Siempre prediqué que este espacio no cedería al desenfreno del colectivo sin chofer que es la actualidad. Pero el estreno de Star Wars VII me hizo romper mi propio juego de reglas.
Todo comenzó con la llegada a mi chacra del cartero. Traía en su bolso las más variadas amenazas de muerte, cartas de mis lectores y una invitación a la función privada de Star Wars VII. Luego de 10 años de estar en la lista negra, de estar prohibido en cualquier lista de invitados a eventos relacionados con estrenos de cine, llega esta invitación a la puerta de mi casa.
Reí con fuerza mientras apuntaba con mi puño al cielo nublado. Esto era una señal, un llamado de La Fuerza.
Con mi multitud de fobias sociales a cuesta me apersone en la sala de cine. Miles de críticos de la más diversa calaña, fanáticos disfrazados y personalidades del ambiente del séptimo arte estaban presentes. Esto enardecía todavía más mis ansiedades. Decidido a ver la película busqué en mi bolsillo uno de los calmantes para Pony que utilizo en estas ocasiones. El horror se apoderó de mí al ver que ya no me quedaban mas, tanto como se apoderó de Han Solo al ver que la velocidad de la luz del Halcon Milenario no funcionaba.
Giré en redondo y comencé a alejarme de la sala, no podía hacerlo sobrio.
Recordé a Luke desesperanzado en Dagobah y sentí un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Algo que me rodeaba, me penetraba y mantenía unida a la galaxia. Me di cuenta que yo, el Dr. F, era un elegido de la Fuerza. Con decisión me dirigí nuevamente a la sala y empujé con mi nuevo poder a todos los que estaban en la fila para retirar las entradas.
Un afamado critico me increpó, a lo que respondí con celeridad -Estoy más sobrio que Luke Skywalker ¿quiere usted una muestra de mi orina?”- al mismo tiempo que buscaba el cierre de la bragueta de mi pantalón. El hombre se apartó rápidamente, mis habilidades en la Fuerza se desarrollaban rápido.
Me di cuenta que yo, el Dr. F, era un elegido de la Fuerza.
En el mostrador, un muchacho con los pómulos llenos de acné rubicundo, me pregunta mi nombre.
- “Dr. F mi nombre es”, contesto con serenidad.
- “Necesito una palabra de más de tres letras para poner en el buscador”, contesta con voz de Gungan.
Un fuego comenzó a apoderarse de mi. Imaginé golpearlo con un cartel con forma de C3PO pero si sucumbía al lado oscuro volverían a prohibirme la entrada a los cines. La ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento y el sufrimiento al lado oscuro.
Respiré profundo y pasando mi mano frente a su cara dije:
- Soy el Dr. F que estas buscando.
Parpadeó un par de veces y dijo:
- Bueno, voy a intentar buscarlo manualmente
- ¡No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes!
Una entrada se imprimió y pude ingresar a la sala. El camino luminoso de la Fuerza era el indicado.
Hizo falta que utilizara todo mi dominio de la Fuerza para no explotar, como las Estrellas de la Muerte, al verme rodeado de comedores de pochoclo , sorbedores de gaseosa cola y lo peor de todo, críticos de cine que nada sabían de Star Wars.
Mi voluntad fue puesta a prueba como la de Obi Wan al oír las siguientes frases:
- ¿En esta aparece Darth Vader?
- A mi Jar Jar me requeté gustaba
- ¿Esta es la continuación de Guardianes de la Galaxia?
Entonces recordé al maestro Yoda : “Caminos a la victoria hay, distintos que aplastar a un enemigo” , me recliné en mi asiento y me dispuse a disfrutar de una gran película.
De pronto algo provocó un gran disturbio en la fuerza. Catalina Dugli había entrado en la sala y se sentó justo delante mío. Su cabellera complicaba mi visión pero la serenidad era mi camino.
Cuando comenzaron los tráiler su teléfono sonó y ella atendió. Como una tentación desde el Lado Oscuro mi vecino de asiento, gentilmente, me ofreció un vaso de gaseosa gigante. Me vi volcando el contenido completo sobre el falso cabello de la mujer. Por suerte “siempre en movimiento está el futuro” y opté por el camino de la luz.
Sólo faltaban segundos para que comience el film, ya nada podía salir mal. Pero las tentaciones muchas son para un Jedi y esta enviada del mal dice a los gritos -A mi me gusta el mono gigante , el gorila- Cada fibra de mi ser hirvió en furia, ya nada podría salvarme de la perdición del Lado Oscuro de la Fuerza. Levanté mi mano cargada con el efervescente líquido de la justicia y antes de que pudiese actuar una barra de caramelo golpeó de forma certera a la mujer en cuestión que gritó, se levantó y salió raudamente de la sala. Giré la cabeza desconcertado y vi a un muchacho menudo vestido de naranja.
- “¡Ese fue un tiro imposible!”, gritó una chica con trenzas como Leia.
- “No fue imposible. Yo acertaba a ratas womp en mi T-16″, contestó el muchacho vestido de naranja.
- “Que la fuerza te acompañe” le grité, los aplausos de la sala no se hicieron esperar y continuaron con más fervor cuando la música sonó fuerte y letras amarillas sobre fondo negro dieron comienzo a la mejor película del año.
Que la Fuerza los acompañe.