En la pasada entrega intenté delinear un poco la forma en que David Fincher estructura las personalidades de los detectives Mills y Somerset y de qué manera utiliza el ambiente que los rodea para expresar su interioridad. En esta última parte voy a hablar de como esos elementos se conjugan con otros tantos para darle sentido al relato.
La ciudad de la incesante lluvia no tiene nombre en la película, ante una cinta policíaca la respuesta a esto suele ser un deseo del director por transferir esa ciudad sin nombre a cualquier ciudad conocida por el espectador haciendo que éste la evoque emocionalmente. Si bien hay algo de eso en Se7en, David Fincher lo lleva a otro nivel y el sentido de esta segunda parte es mostrar cuál es ese otro nivel.
Comencemos por John Doe o El Fulano (en latinoamérica) y su “trabajo” para explicar esto.
Demás está decir que la actuación de Kevin Spacey en esta cinta es simplemente genial, este personaje para no caer en el grotesco necesitaba de una sutileza superior como la que utiliza Spacey por medio de su lenguaje corporal y la impecable manera de musicalizar sus frases, siempre con los tiempos justos.
John Doe (que por supuesto tampoco tiene nombre) es un tipo meticuloso, culto, obsesivo y con una inteligencia fuera de lo normal, la contracara de este perfil al igual que en la mayoría de los perfiles psicopáticos es un extremo sentido de la manipulación. Somerset en la conclusión de la película habla con el conductor del helicóptero que sobrevuela alrededor de ellos tres y le dice “Él tiene el control“, la realidad es que “Él” siempre tuvo el control y por eso siempre parece gigante ante la cámara por el uso del contrapicado como angulación, incluso cuando está esposado y arrodillado, este es un punto fundamental en el armado de la película.
El Fulano toma sus asesinatos casi como obras de arte y como tales nunca vemos su proceso, siempre vemos la obra culminada, cuando ya no puede dársele ninguna pincelada más, ni borrársele ninguna de sus partes es cuando los detectives descubren la obra. Nosotros como espectadores nos limitamos a escuchar en palabras de Somerset o de algún otro qué es lo que sucedió, estamos limitados a ver algunas fotos, leer alguna frase, ver alguna pista, pero al contrario de lo que suele hacerse se nos priva de la concreción del hecho. La diferencia entre no presenciar el acto como espectadores y ver todos sus detalles con una selección de planos pertinente es abismal ya que esa evocación mental de la que comenzamos hablando realmente se corporiza en este último caso. La Gula, la Avaricia, la Pereza, la Lujuria y la Soberbia, los cinco asesinatos ocurren en ese “no lugar” de las lluvias eternas, nuestra mente, la mente del espectador.
Este factor catártico tan usado por el maestro Hitchcock a lo largo de su filmografía vuelve a ser retomado por Fincher en Se7en ya que al final, cuando intuimos sin ver cual es el contenido de la caja, vienen a nuestra mente todas las atrocidades de los asesinatos anteriores sumados a las imágenes de la esposa del detective Mills, Tracy (Gwyneth Paltrow), siempre con la cálida luz del sol iluminándola (aún en esa ciudad gris) y el secreto de su embarazo. En ese momento nosotros somos Mills, en ese momento, nosotros nos convertimos en la Ira, una Ira que proviene del hecho de ser completamente conscientes de que John Doe gana de ambas maneras, estando vivo o muerto.
La construcción de los personajes, el ambiente, la omisión del nombre de la ciudad y la omisión de los crímenes preparan el terreno para ese momento, para reflexionar y reflexionarnos a nosotros mismos. En un mundo de violencia como el propuesto Fincher plantea el conflicto de la justicia por mano propia y sin mostrarse ni a favor ni en contra lleva al espectador a esa desición frente a una situación extrema y frente a un mundo, que como los títulos finales, está al revés.
David Fincher se despacha en Se7en con una exquisita muestra de cine que cuenta con sus sellos personales más transitados: ambientes sórdidos y claustrofóficos, montaje vertiginoso, excelentes caracterizaciones, muy buen arte gráfico en los créditos y fotogramas subliminales.