La Habitación del Pánico (Panic Room) es una rareza dentro de la filmografía de David Fincher. Es tal vez el film en donde menos se nota el pulso narrativo que caracteriza al director y si bien maneja tópicos recurrentes en su cine, lo hace dentro de un contexto que pareciera no serle propio.
Que las protagonistas sean una madre y su hija distancia a la película de la mayoría de la obra del director (ton/">El Extraño Caso de Benjamin Button también es rupturista en este sentido) en donde los protagonistas suelen ser hombres que se relacionan entre sí de manera cercana y hermética (la Ripley rapada de to-inicio-del-universo-de-david-fincher-2/">Alien 3 y la Lisbeth Salander de La Chica del Dragón Tatuado son interesantes exponentes de este punto).
Desde el comienzo el diseño de los títulos iniciales (parte importante de la estética del cineasta que ya hemos analizado) se separan de otros siendo no sólo más sobrios sino más escuetos en cuanto a información. Esta secuencia de títulos recuerda a los de Intriga Internacional de Alfred Hitchcock (inspiración constante en el cine de Fincher), film con el que tiene puntos formales y técnicos en común. Las tipografías se imprimen sobre imágenes de la ciudad de Manhattan y su banda sonora construye una base de suspenso realizada inteligentemente a partir de sonidos dietéticos de la ciudad (sirenas, autos, bocinas, disparos, etc.).
Esta sobriedad sumada a la colorimetría de la obra serán algunos de los ejes que toma el director para desarrollar una de las obsesiones más transitadas en su película. La decadencia del materialismo. En este aspecto el ex esposo y padre de las protagonistas, un farmacéutico adinerado, sirve a Fincher para mostrar la inutilidad de la burguesía como lo hizo en The Game. Por otra parte, la residencia a la que se mudan las protagonistas es fruto de la obsesión paranoica de un magnate. En el núcleo de ese lugar que marca la decadencia de aquel hombre, que se llevó a la tumba el secreto de la ubicación de la caja fuerte que guarda su herencia, se encuentra la habitación del título. En ese lugar, una mujer claustrofóbica (Jodie Foster) y su hija diabética (Kristen Stewart cuando todavía gesticulaba) pasarán gran parte del metraje mientras se protegen del acecho de tres hombres que quieren hacerse del botín del difunto. Es interesante aclarar que ninguno de los tres es un delincuente experimentado (este parece ser su primer "trabajo"). Esta característica los separa tangencialmente de los criminales de los films del cineasta a pesar que el hombre del pasamontañas pareciera tener los rasgos sociopáticos que tanto atraen al director.
Fincher mueve la cámara magistralmente apoyándose en el CGI. Esto le da dinamismo a un relato que se basa en el encierro. Un sonido muy presente y un montaje que pasa del vértigo a la oxigenación cuando lo requiere despegan al argumento clásico del resto de los exponentes.
Fincher deja de confrontar al materialismo para mostrar su decadencia de manera nostálgica.
El relato no sólo avanzará a base de las peripecias de los protagonistas sino además a raíz de la evolución participativa del personaje interpretado por Forest Whitaker. Sobre éste, va a volcarse todo el pesimismo clásico de la visión del director sobre el mundo moderno, con la inclusión de la alegoría cristiana sacrificial que Fincher ya había experimentado en to-inicio-del-universo-de-david-fincher-2/">Alien 3.
La Habitación del Pánico ofrece la oportunidad de ver en acción la técnica, la estética, el enamoramiento de lo formal y las obsesiones temáticas de David Fincher en un ambiente ajeno del universo de su obra.
