Electric Boogaloo: The Wild, Untold Story of Cannon Films, de Mark Hartley (Sección: Genración VHS) por Nicolás Viademonte. Puntaje: 8.
El director Mark Hartley, que se encuentra en nuestras carteleras con la remake de Patrick, se dispone en poco más de 100 minutos a contarnos las aventuras de Menahem Golan y Yoram Globus, dos realizadores israelíes que luego de algunos sucesos en su país natal viajan a Estados Unidos a montar su propio estudio de películas Clase B. Por medio de entrevistas y atrayentes testimonios, Hartley, construye un relato sobre dos directores/productores qué no serán recordados por su cine de gran elaboración y calidad, pero no por eso dejaremos de guardarles un espacio privilegiado en nuestros corazones a los responsables de grandes sucesos cinéfilos como Desaparecido en Acción (estrenando primero la secuela y luego la entrega inicial), Delta Force, Halcon, la saga Vengador Anónimo y He-Man: Masters of the Universe.
Wyrmwood, de Kiah Roache-Turner (Sección: Hora Cero) por Ignacio Moretti. Puntaje: 3.
Como todos los años, el cine de trasnoche en Mar del Plata está dedicado a las exhibiciones más viscerales pero al mismo tiempo más lúdicas, noches que suelen ser frecuentadas por el horror, la brutalidad y, ocasionalmente, el humor. Qué mejor que una película de zombies para eso, y qué mayor brutalidad que una película de zombies hecha en Australia.
Wyrmwood es una película Australiana, es de zombies, y fue programada en la trasnoche del Festival de Mar del Plata, pero no es tan brutal. Como toda película zombie, toma el subgénero muerto-vivo, ya bastante empaquetado, y hace el intento de sumarle un par de ideas que lo diferencien del resto. Kiah Roache-Turner, el director, elige concentrarse en sus ideas visuales concernientes al desmembramiento y la muerte sin culpa, dejando de lado el desarrollo. Cae muy rápido, y muy seguido, en ralentis y canchereos visuales, en escenarios teatrales armados en cajas de zapatos que se suceden sin mucho criterio y que dividen la película en dos, tardando bastante en unir las partes. La originalidad es reducida a un par de curiosidades narrativas: como la utilización de zombies como combustible, o la aparición de una “casi zombie” que puede controlar a los muertos vivos con la mente, pero que no llenan la larga hora y media de duración.
Es hora de darle al subgénero un giro maravilloso o una muerte digna, porque aquella estetización del zombicidio que tanto nos divirtió se volvió monótona, incluso para una función de trasnoche.
Magical Girl, de Carlos Vermut (Sección: Autores) por Ulises Picoli. Puntaje: 7.
Una de las películas del festival era sin lugar a dudas la española Magical Girl. El film de Carlos Vermut tiene punto de partida una niña con leucemia y un padre que desea cumplirle su último deseo: comprarle el vestido de chica mágica de un anime. Desde este polémico disparador , y con guiño incluido a La Colmena de Camilo José Cela, se van a entrecruzar relatos de víctimas y victimarios. El padre, profesor de literatura desempleado, no tiene forma de alcanzar el sueño de la hija. En su desesperación se encuentra con Bárbara, una mujer aún más al límite que él. Esta otra chica mágica (la verdadera, la que no necesita disfraz) va a ser el centro de un circulo tortuoso del que uno sabe que nadie puede salir indemne. Imbuida en la realidad española donde la crisis, estar de “paro”, y el deterioro de la educación (no es casualidad que dos de los protagonistas sean profesores) van a servir de perfecto caldo de cultivo para seres desesperados. Vermut se maneja con talento entre la sequedad de un policial negro, el dolor de temas controversiales(donde se roza el golpe bajo) y algunos detalles dignos de David Lynch. Magicl Girl es una historia dura y compleja, una donde se abren puertas que uno sabe que se debe de temer cruzar.