El Bueno, El Malo y El Feo (1966)

El Bueno, El Malo y El Feo es otra de las películas que ubicaremos dentro de la cruzada por amigarse con el cine de antaño.

Corrían pasados los años 60 y el Western era un género que ya no generaba las ganancias del pasado, debido a la saturación de films que había basados en este estilo. Justamente esa fue una de las razones por las cuáles las producciónes dentro de ese rubro ya no se asomaban en la cantidad en que lo habían hecho en la época dorada de los ’40 y ’50.

En Italia había un interesante director que se destacaba con una nueva, interesante y cautivadora mirada sobre este género que se ocupaba del lejano oeste, llamado Sergio Leone. A esta nueva onda sobre el Western, Hollywood y el mundo la bautizó como el Spaghetti Western.

El Bueno, El Malo y El Feo presenta un aire de frescura bastante importante en un género demasiado saturado, en donde encontramos un papel más preponderante de la música, una especie de hermoso “abuso” de primeros planos y planos detalles, además de nuevas perspectivas en la narración y desarrollo de la simples historias. Sergio Leone hizo una especie de re-adapción del género dotándolo de sellos propios que marcaran no solo al Western, sino a todo el cine.

Los Western Clásicos estaban orientados a generar en el espectador más emoción que otro sentimiento, debido a que el género apuntaba más a lo aventurero y la acción. En cambio los Spaguettis Western, especialmente de Leone, se caracterizan por tener una mayor tensión, suspenso y un desarrollo mayor de los personajes. Por otro lado también tienen similitudes y justamente una de ellas es la que mencionaba arriba sobre la sencillez de las tramas.

La historia nos cuenta como Blondie (El Bueno) y Tuco (El Feo) son dos estafadores que aprovechan el precio fijado por la cabeza del Feo, y quienes luego de algunos incidentes rompen de mala manera su momentánea sociedad. Cuando Tuco va en busca de venganza se cruzan en el camino de una diligencia que les trae pistas sobre un supuesto tesoro oculto en un cementerio. Por otro lado, pero también en busca del mismo preciado botín, encontramos a Angel Eyes (El Malo) que será capaz de cualquier cosa por conseguirlo.

La presentación de los personajes es excelente porque solo con las primeras escenas donde podremos ver a Blondie, Tuco y Angel Eyes, ya comenzamos a sumergirnos brillántemente en la personalidad de éstos. De hecho con la primer aparición en pantalla ya entendemos que el segundo está bastante demente, mientras que viendo las dos primeras escenas de Angel nos damos cuenta de los pocos escrúpulos que tiene a la hora de finalizar sus trabajos. Obviamente que con el pasar de los minutos vamos buceando en las profundidades de sus miserias, locuras y (pocos) códigos.

Sergio Leone dota a la historia de una estimulación visual realmente sobresaliente, la cámara es usada con una sutileza asombrosa. Aquí no abundan las palabras, sino todo lo contrario. El suspenso anterior a cada duelo es creado de manera brillante por medio de planos que potencian a la realidad a la que de pronto nos vemos sometidos porque este gran director así lo desea.

La violencia o la acción son utilizadas por Leone como una resolución de un conflicto y no como el nudo de una secuencia. Muchos films, dentro y fuera de los Western, muestran a los tiroteos o riñas como la esencia de la escena en si, pero aquí ese lugar lo ocupan los gestos y movimientos de los personajes, para finalizar en una rápida resolución. De hecho las introducciones y los “nudos” de los conflictos son los que se llevan la mayor cantidad de minutos de duración, mientras que, como bien les comenté, la conclusión es rápida, efectiva e instantánea.

Si la estimulación visual la aporta la singular y excelente labor del director, es imposible dejar de destacar la gran composición de un grande como Ennio Morricone a cargo de la música. Realmente no se pueden separar las escenas del sonido, porque son parte de un todo inigualable e inolvidable.

El último gran pilar de esta cinta lo aportan las carismáticas y talentosas labores de el “Hombre sin Nombre” Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach. Ese alías del primero se debe a que en las anteriores cintas de Leone, Por un Puñado de Dólares y Por un Puñado de Dólares Más, Eastwood no tenía nombre, solo apodos. Clint lleva adelante otra excelente caracterización de tipo duro, que mantiene el buen nivel que ha demostrado en anteriores cintas de este tipo. Van Cleef presenta un despiadado personaje, que irradia desconfianza y maldad en cada mirada.  Sin dudas que la mejor actuación se la lleva Wallach dotando de un humor y un carisma a su personaje, que si bien es altamente despreciable, en ningún momento podremos dejar de soltar carcajadas y palabras de cariño hacia él.

Ninguno de ellos queda mal parado jamás en la terrible cantidad de primeros planos que hace el director, y esto es algo digno de subrayar.

Por último no quiero dejar de destacar la prodigiosa y angustiante secuencia del duelo final, donde podremos ver en su máxima expresión todas las virtudes actorales, visuales y sonoras que tiene el film, aglutinados en unos 20 minutos memorables que harán volar por el aire todas nuestras sensaciones.

El Bueno, El Malo y El Feo es a mi escaso entender, una de las grandes obras maestras de la historia del cine que nadie puede dejar de ver.