Vanishing Point (1971)

Se hace camino al andar

Vanishing Point es un film extraño, sin dudas pertenece al género de las Road Movies, ese que dos años antes había explotado con Easy Rider, sin embargo, a diferencia de este y de muchos otros de estos films que surgieron en la época el film de Richard C. Sarafian protagonizado por Barry Newman tiene fuertes características que lo arraigan además al Western.

La premisa del film es simple, Kowalski (Barry Newman) apuesta que es capaz de ir desde Denver hasta San Francisco en 15 horas conduciendo un Dodge Challenger, el valor de la apuesta, algunas anfetaminas. De más está decir que la apuesta funciona como excusa, las motivaciones que llevan a Kowalski a violar todas las leyes de tránsito posibles en el camino son mucho más profundas y el film se encarga de no definirlas marcadamente para transformarlas de esa manera en valores filosóficos, algo muy presente en este estilo de films pertenecientes a la denominada “contracultura”.

Como en toda Road Movie el vehículo simboliza la individualidad del hombre y por consiguiente representa la libertad, una libertad que le permite deambular sin necesidad de llegar a una meta, Vanishing Point en este sentido da una vuelta más a esa idea, el comienzo y el final del film marcan las aristas de un bucle temporal que hace del cuerpo del film un largo flashback, esto, sumado a la apuesta antes mencionada refuerza la idea de que el objetivo final de Kowalski no tiene importancia, lo importante será su viaje y lo que consiga del mismo. En ese viaje vamos a conocer datos de su pasado a partir de flashbacks diegetizados como recuerdos que son detonados por situaciones particulares y que sirven como balance de la vida de un hombre que está viviendo sus últimos momentos.

En el camino aparecerán personajes esquematizados que aconsejarán al personaje en algunos casos y revelarán partes del mismo por proyección en otros, así Kowalski, guiado por Super Soul, un conductor radial ciego que hace clara referencia al Tiresias de la mitología Griega llevará a cabo un viaje con una carga simbólica intensa mediante la cual Richard C. Sarafian utiliza la temática del viaje iniciático no sólo como superación del individuo, algo común en las Road Movies que encuentra su influencia más poderosa en La Odisea Homérica, sino para retratar cambios culturales, algo extraño en este tipo de films en donde el contexto parece siempre inmutable frente a la rápida evolución interna de los viajeros. De esta manera el film es una interesante radiografía del pensamiento de la época en cuanto a ciertos cambios de paradigmas culturales y religiosos. El final del recorrido y el desenlace del film serán paralelamente apresurados manteniendo coherencia con la situación del protagonista.

En lo técnico el film tiene un interesante uso de la música anempática así como un extraño uso de los raccords de dirección en el montaje que hacen que nunca se tenga bien en claro hacia qué lado se dirige el vehiculo en cuestión por lo que resulta un film entretenido y a la vez interesante al analizar sus influencias y lo innovador de ciertos recursos para la época. Su parte más floja se encuentra en esos recuerdos del protagonista que intentan mostrarnos su pasado, en esos puntos el film intenta ser más sentimental de lo necesario y eso afecta a la estética misma del film, algo realmente extraño si se tiene en cuenta que Sarafian evitó inteligentemente mostrar mediante la subjetivización los efectos de las anfetaminas que Kowalski consume, una tentación en la que cayeron la mayoría de los directores de la época y una tentación en la que se cae aún hoy en el cine.

Todo esto hace de Vanishing Point un clásico de clásicos en donde se une el amor por los muscle cars, las persecuciones y los derrapes con un análisis antropológico de la década de los 70´s.