El film de los mil nombres
#Exorcismo (También conocida como Exeter, como The Asylum o como Blackmask) es una película que no sólo a través de sus muchos nombres demuestra su esquizofrenia. Su director Marcus Nispel no lleva a buen puerto ninguno de los clichés que maneja y entrega como resultado una cinta pésima. Nada nuevo para su filmografía ya que cuenta con títulos como La Masacre de Texas (2003), Viernes 13 (2009) y Conan, El Bárbaro (2011). Parece que Nispel, no contento con haber arruinado un par de clásicos con remakes torpes y edulcoradas se animó a superarse así mismo entregando una cinta de terror que directamente sea un insulto a todo el género y su historia. ¿Creen que exagero? Atrevanse a acercarse a Exorcismo.
No quiero ser injusto, Nispel no tiene total responsabilidad en el resultado de su último film, parte del problema es su guión y el mismo no está escrito sólo por él, sino que lo comparte con Kirsten McCallion, quien es responsable, entre otras cosas, del script de La Masacre de Texas 3D. La dupla Nispel-McCallion parece estar destinada a trabajar en conjunto.
Exorcismo tiene unos primeros segundos admirables en cuanto a la cadencia en la cual se desenvuelven esos primeros planos cortísimos. Quizás es tan lindo ese comienzo, con tanto fuera de campo accionando, que deja muy alta la vara para lo que viene. No hay ningún recurso tan bien empleado en todo el resto del film.
Ante el primer giro, la película, que viene tambaleando entre elementos formales propios del humor absurdo de la nueva comedia americana y un argumento solemne, agota (obviamente sin desearlo), las posibilidades del guión. Cuando el norte del film desaparece el director intenta encontrar en el gore un refugio que le permita maniobrar más libremente. El problema es que el gore y el humor por sí mismos no son un arma mágica que permita justificarlo todo y cosas como usar google para explicar todo el contexto o para aprender a realizar un exorcismo en diez pasos demandan que previamente se haya allanado el terreno del verosímil para funcionar.
Exorcismo es, o bien un insulto al género o un chiste muy mal contado.
Las grietas en el guión y los problemas de continuidad son tan grandes como la impericia del director para construir el espacio cinematográficamente (dado que la acción se desarrolla en un lugar y que cada habitación cumple roles específicos, esto resulta difícil de tolerar). A lo ya planteado se suma, además, la presencia de un giro final (porque siempre tiene que haberlo ¿no?) en donde, en favor de causar cierta sorpresa y resignificar algunas cosas que nunca fueron relevantes, se empeora aún más la coherencia argumental.
La inflación estética, o sea, el exceso de material circundante de un estilo, tema, recurso o modo, como el hecho de hacer cuarenta y ocho películas por mes con la palabra exorcismo en su título, por ejemplo, no sólo tiene por objeto lucrar vorazmente sino, además, afectar a los buenos exponentes, esos que elevan al género a la categoría de arte (digamos El Exorcista) vaciándolos de significado. Yo creo que gente como Nispel (o la gente que lo contrata) intenta hacer eso llevando adelante un plan maligno para destruir al cine. De otra manera, tendría que pensar que últimamente ponen detrás de una cámara a cualquier salame, lo sientan en una silla y lo llaman director.
Título Original: Exeter // Dirección: Marcus Nispel // Reparto: Stephen Lang, Kevin Chapman y Kelly Blatz // Guión: Kirsten McCallion // Origen: Estados Unidos // Duración: 91 minutos // Género: Terror // Fecha de Estreno en ARG: 10 de Marzo de 2016