Paraíso perdido
Un hombre está parado, inmutable, sus brazos muertos caídos sobre su costado, la imagen tiene una quietud fotográfica, de repente por un lado entran a cuadro “otros”, convirtiendo la escena fotográfica en una cinematográfica. Esos otros con movimientos fatigados pero movimientos al fin son diametralmente opuestos a éste. El film podría resumirse sólo en su primer plano. Estanco podría ser el mejor adjetivo para resumir este film con respecto a esos otros más antiguos a los que busca homenajear (Cine Mudo) y más precisamente frente a la arrolladora cinta de F. W. Murnau de nombre homónimo (que quede claro que finalmente no se realizó con la colaboración de Flaherty).
Podríamos dividir el film en tres y no dos partes si tenemos en cuenta su introducción, ese film que está siendo visto por Pilar y que narra la historia de un explorador que huyendo de un recuerdo termina encontrándolo. Un cortometraje si se quiere que comienza a plantar las bases de lo que buscará ser un movimiento dialéctico con tintes más extraños que mágicos. Esa secuencia de principio a fin es lograda y en ella empiezan a aparecer las referencias a un tópico que Murnau delineó desde Nosferatu hasta Amanecer y que confluyen y llegan a su máxima síntesis expresiva en Tabú su obra póstuma.
Pilar viendo el film es nuestra unión de esa pequeña secuencia con la titulada Paraíso Perdido en la que se nos narrará la historia de Aurora, una anciana casi senil que pasa sus días acusando a su paciente criada Santa de las más variadas conspiraciones en su contra. El triángulo en esta secuencia se completa con la ya mencionada Pilar, vecina de ambas, quien intenta soslayar su soledad inmiscuyéndose en la vida de los demás. Esta secuencia es sumamente agradable, las situaciones mezclan lo cotidiano y lo absurdo, después de todo la vida es la suma de ambos y es por eso que los personajes y acciones resultan simpáticos, sacando sonrisas en más de una ocasión. Hacia el final habrá un giro, un hecho que como tantos otros del film resulta impredecible. Mediante ese giro conoceremos a Ventura quien oficiará de narrador para la última secuencia denominada Paraíso.
En ese momento, y más precisamente en esa unión es donde el film dejó de ser orgánico para mí. En Paraíso la obra abraza el absurdismo narrativo y me deja afuera. Las simbologías son evidentes así como también los homenajes a otros films pero en esta conversación entre la obra con otras, en esta retroalimentación, el film pierde independencia.
En esta secuencia es donde el homenaje al Cine Mudo está más expuesto pero también es donde se muestra más contradictorio. La decisión estilística de evitar los diálogos supone un tratamiento clarificador en las acciones tanto físicas como dramáticas, sin embargo, es colocada durante todo el relato una voz off que explica de una manera fría (tan fría) qué es lo que se debaten sus protagonistas. Entonces el film, donde busca ser diferente, posmoderno acaso, intelectual si se quiere, deja en un discurso hablado lo que el cine hace con imágenes desde siempre y por consiguiente el punto en donde radica su potencia artística.
En Paraíso el relato puramente narrativo (lo que se nos cuenta) es una historia de amor prohibido. El poco desarrollo de los personajes hace que no podamos leer qué es puntualmente lo que está en juego en ese amor, o más precisamente, qué es lo que los personajes pierden al ceder a ese sentimiento “prohibido”. Eso hace que nos volvamos espectadores sumamente pasivos que ven la obra no como a la de Murnau sino más bien como a las Vistas Lumiere, exaltados por su fotografía y su técnica pero sin una relación dramática, sentimental o ajena a lo formal, pictórico. Cuando uno no se involucró con el film sentimentalmente y lo ve sólo desde el plano intelectual todo choca. Las situaciones inverosímiles, las canciones (más precisamente escuchar-ver en boca de uno de los personajes la voz de Joey Ramone), reacciones ilógicas de parte de los protagonistas (¿cómo una acción es orgánica en las manos de un protagonista del que nada sabemos?). En este punto el film se hace largo, tedioso y uno empieza a recordar Tabú de Murnau y su amor maldito, sobre el que pesa la historia de dos culturas. Y recuerda la triada Nosferatu - Amanecer - Tabú y piensa en la condena que pesa no sobre los protagonistas sino sobre el amor mismo, sobre la imposibilidad de amar. Y uno piensa en todo eso con nostalgia porque entiende que el film de Miguel Gomes pretende ser una lectura de todo eso 80 años después y entonces que… ¿Qué cambió?
El nivel simbólico de Tabú, lo referencial del mismo resulta interesante para ser analizado sobre todo respecto a la recepción que esta clase de films están teniendo, eso excede a esta nota y será motivo de otro análisis más exhaustivo. Por otro lado veo que muchos colegas tuvieron una experiencia trascendental con el film, narrando sentimientos y experiencias externas al mismo. Es por eso que invito a ver Tabú, un film que por su extrañeza no pasa desapercibido. Yo por mi parte voy a retomarlo en otra ocasión.
Titulo Original: Tabu // Dirección: Miguel Gomes // Reparto: Teresa Madruga, Laura Soveral, Ana Moreira, Henrique Espírito Santo, Carloto Cotta // Guión: Miguel Gomes y Mariana Ricardo // Origen: Portugal, Alemania (2012) // Duración: 118 minutos // Género: Drama. Romance // Fecha de Estreno en Arg: 25 de Abril de 2013