The Tale of Princess Kaguya, de Isao Takahata (Sección: Baficito) por Jonathan Plaza. Puntaje: 9.
Takahata (fundador junto a Miyazaki del Studio Ghibli) se basa en El Cortador de Bambú, un cuento tradicional japonés para demostrar que el pulso narrativo y la magia visual de Ghibli están intactos. Como en todas las producciones del estudio, cada detalle es usado con precisión para contar una historia mucho más grande que el mero argumento. Ver un film de Ghibli sigue siendo una de las cosas que hacen del mundo un lugar mejor.
American Interior, de Dylan Goch y Gruff Rhys (Sección: Música) por Laura Dal Poggetto. Puntación: 7.
El galés Gruff Rhys (solista y líder de los Super Furry Animals) vuelve con una nueva aventura tras su recorrido por Brasil y Argentina siguiendo los pasos de su tío René Griffiths en Separado!. Esta vez le toca al “interior (norte) americano” y la reconstrucción del recorrido de su lejano antepasado John Evans, quien en la década de 1790 zarpó al nuevo mundo en busca de una mítica tribu descendiente de un príncipe galés que habría descubierto Estados Unidos por el siglo XII.
Con un derrotero más largo y un objetivo más incierto que en su primer documental, Goch y Rhys luchan un poco más con el armado del relato, e incluyen múltiples apariciones de los recitales que Gruff dio durante su viaje por los E.E.U.U. donde narra verbalmente los motivos por lo que está y el avance de su investigación. Aunque el resultado no es tan cohesivo como el primero, uno no se puede precisamente quejar de los estrechos con las diatribas del cantante, repletos de humor deadpan y, como alguno señala dentro del mismo film, repletos de sinceridad.
Ésa es la misma aproximación que Goch y Rhys tienen al seguir la ruta de Ewans, a través de Philadelfia, Pittsburgh y locaciones perdidas dentro del “interior americano” como New Madrid, hasta llegar al asentamiento de los Maitan, los nativos americanos que el galés tanto buscó. Van construyendo su propio mapa de personalidades locales y esquinas transformadas –de calabozos o intendencias a estacionamientos o bares- mientras revisan aspectos no siempre recordados de la historia norteamericana, nativo americana y la propia galesa (y cómo éstas hicieron a sus actuales identidades).
A esto se le suman las hermosas canciones que Gruff compone a lo largo de su itinerario (el otro dispositivo narrativo, verbo-musical), las también preciosas ilustraciones de Pete Fowler (encargado del arte de tapa de casi todos los discos de los Super Furry Animals) y el muñeco de John Evans que éste diseñó, como mascota-representante de su misión.
American Interior es una aventura destinada al fracaso, como la de Evans, pero eso no les quita el recorrido, que es encantador y, por momentos, increíble.
(Consejo: quédense después de los títulos para una secuencia mejor descripta como la versión feliz del final del clásico de terror The Wickerman)
Citizenfour, de Laura Poitras (Sección: Panorama) por Jonathan Plaza. Puntación: 7.
Laura Poitras completa su trilogía sobre la paranoia post 9/11” (My Country, My Country y The Oath) con este documental sobre la vigilancia mundial por parte de las agencias de inteligencia de Estados Unidos. Citizenfour no es un simple documental informativo sobre el espionaje estadounidense, Poitras logra transmitirle al espectador la sensación de paranoia y las presiones a las que están sometidos en ese cuarto de hotel en donde Edward Snowden revela la profundidad del asunto. La tranquilidad de Snowden resulta intrigante, ¿es sólo un joven calmo? ¿es un autómata?, ¿o su tranquilidad es la de un hombre que está convencido que pronto va a morir?