Lawrence of Belgravia, de Paul Kelly (Sección: Heavenly) por Ulises Picoli. Puntación: 7.
El documental de Paul Kelly sobre la estrella rock (algo que a nuestro protagonista le encantaría que dijera de él) Lawrence (sin apellido, alcanza y sobra) fundador de la banda británica Felt, y posteriormente, de Denim y Go Kart Mozart es un enigma. Un tipo extraño, misántropo y sardónico, su música y su protagonista se van develando a medida que uno se adentra en Lawrence of Belgravia. Este tipo, que se desangra en un departamento del que lo quieren echar, tiene una banda que no logra el éxito (tan ansiado por él), y deambula con un gorro puesto todo el tiempo, se lo ve moribundo y quemado. Pero aun así, aporta una lucidez para describir su presente, pasado y futuro, que resulta fascinante. Lo que brilla es él y su música, y la mirada sobre una urbe europea áspera y palpable. El personaje frente a nuestros ojos no oculta su realidad, solo la disfraza un poco (que nunca aparezca sin gorra o sombrero es algo de eso), logrando tristeza y empatía. Hay algo especial en Lawrence y sus decisiones, la sensación de que no traiciona lo que cree, un hombre expuesto, y que vale la pena descubrir.
Starry Eyes, de Kevin Kolsch y Dennis Widmyer (Sección: Vanguardia y Género) por Jonathan Plaza. Puntación 7.
Una aspirante a actriz que vive en una burbuja de sueños y tiempo libre junto a sus amigos aspirantes a cineastas tiene la posibilidad de representar un gran papel en una extraña película.
Starry Eyes se basa en los estereotipos de las películas de terror adolescente para profundizar en niveles pantanosos tanto psicológicos como espirituales. Tiene la oscuridad del cine de Polanski y la visión cínica del sueño americano de los films de David Lynch. De todo eso sale una película de terror refrescante que al terminar nos deja pidiendo más.
Goodnight Mommy, de Severin Fiala y Veronika Franz (Sección: Competencia Internacional) por Jonathan Plaza. Puntuación: 6.
Cuando ve una película de terror en competencia en este tipo de festivales sabe que será una propuesta, al menos, con más de un elemento que la diferencie del resto. Goodnight Mommy puede gustar o no, pero no deja al espectador indiferente. La ópera prima de Severin Fiala y Veronika Franz empieza generando un clima tan extraño como denso. Se nos presenta a dos hermanos gemelos y una madre recién salida de una operación estética en una estructura de breves secuencias que cortan a negro y parecen ser completamente inconducentes. Esta estructura sofoca y por momentos aburre, pero al llegar a ese momento, al aburrimiento, la película da un giro brutal y se vuelve en una experiencia sumamente incomoda. Un film polémico y salvaje.