Above and Below, de Nicolas Steiner (Sección: Competencia Internacional) por Cecilia Martinez.
Above and Below es un documental que se centra en cinco personajes pertenecientes a un mundo oculto literal y metafórico, que luchan por sobrevivir en el más absoluto de los anonimatos como parias de una sociedad que no los registra. Ellos son Rick y Cindy, una pareja que vive en las alcantarillas en la ciudad de Las Vegas; Lalo, otra suerte de homeless que encontró un hogar en los sumideros; David, que vive en una especie de refugio en el desierto de California; y April, ex combatiente de Irak, que fantasea con llegar a Marte. El día a día es para ellos un estado de permanencia y quietud en tiempo y espacio. Mientras de fondo se divisa el ruido de la ciudad, los autos que pasan atolondrados, las luces enceguecedoras, en primer plano están ellos, estableciendo una intimidad y una cercanía apabullantes con la cámara de Nicolas Steiner, que, a primera vista, pareciera solo estar ahí, observando, dejando ser. Pero no. Lo que intenta ser un documental observacional es en realidad un ejercicio de estilo, una mirada pulcra, obsesiva y simétrica de un director fascinado a la vez que sorprendido por estas realidades. Above and Below se siente demasiado perfecta (con énfasis en el exceso) y estilizada para la realidad que se propone documentar, una realidad muchas veces dolorosa pero retratada como un hermoso paisaje natural. Observar la miseria y la desolación con semejante nivel de detalle y perfección resulta, por momentos, un tanto extraño y chocante.
Tusk, de Kevin Smith (Sección: Nocturna) por Cecilia Martinez.
Basándose en una emisión que hizo para su SModcast (su podcast semanal) y en una votación en twitter, Kevin Smith hizo una película sobre un hombre que es convertido en morsa. Wallace (Justin Long) es un podcaster exitoso y famoso (co-conductor del podcast Not-See Party junto a Teddy –Haley Joel Osment, el tierno niñato de Sexto Sentido devenido ahora en joven gordinflón con cara de niño, llamado aquí como su osito de peluche en Inteligencia Artificial–), siempre en la búsqueda de historias novedosas para su programa. Un día, Wallace conoce a una suerte de Hemingway moderno, un navegante, un marino que lo introduce a sus crónicas y hasta lo convierte en parte de ellas. Lo que sigue a partir de ahí es la transformación de Wallace en una morsa (“to go full walrus”), idea perturbadora por lo real a la vez que incómoda por lo simbólica. Kevin Smith crea una fábula moralizadora y decide castigar a su protagonista, hacerlo pagar por sus infidelidades, su egoísmo, su egocentrismo, su ambición. Y lo que debería funcionar como comedia (una morsa-hombre que tiene que comer pescado, una morsa-hombre que se bate a duelo con otra morsa-hombre) se siente extraño, demasiado teñido de esa moralina aleccionadora. Y el final es desolador, con esa última mirada de la morsa-hombre desahuciada, castigada, protagonista de un chiste sin remate.
Sueñan los Androides, de Ion de Sosa (Sección: Nocturna) por Cecilia Martinez.
Futuro distópico. Igual al presente. Hombre mata personas al azar. Pareja anodina con un bebé. Puto cuenta historia. Merca en el orto. Explosión de bolsa y trip de 5 días. Personas posan para la cámara. Viejos bailan una versión de La Pollera Amarilla de Gladys, La Bomba Tucumana. Feligreses cantan en misa. Hombre que dispara conoce al puto y lo mata. Se besa con su novia. Última oveja del mundo. Oveja cara. Hombre que disparaba al azar la quiere. La consigue. Conexión con Sueñan los androides con ovejas de Philip K. Dick. Persecución. Hombre mata a la pareja. Conserva al bebé. Sube a una colina con la oveja. Fin. ¿Se entendió algo de todo esto? Bueno, imagínense la película.
Relámpago en la Oscuridad, de Pablo Montllau y Germán Fernández (Sección: Cine y Música) por Cecilia Martinez.
¿Qué tiene que tener sí o sí un documental de rock? Imágenes con cámara en mano en pogos, música al palo, camperas de cuero, melenas largas transpiradas, ruidos de golpes para marcar cambios o momentos dramáticos, revisión de la historia de la banda o del solista, fotos y videos de la infancia, testimonios de familia, colegas y amigos, ascenso, momento cresta de la ola, caída o disolución de la banda con el consiguiente condimento trágico, y un final con el tema más representativo, cantado con pasión y desenfreno. Todo eso tiene Relámpago en la Oscuridad, documental sobre Alberto Zamarbide (Beto), cantante de la legendaria banda V8 (pionera del metal argentino y antecesora de Hermética) y más tarde de Logos, el rockero redimido convertido al evangelismo (que llegó a dar un recital metalero en una iglesia) y rescatado gracias a los preceptos del Señor y a la construcción de una nueva identidad rockera/religiosa. La película empieza de atrás para adelante, primero con Logos, pasando por la actualidad de Beto en Estados Unidos, para llegar a la época de V8, las anécdotas con Iorio y los cambios de integrantes. Falopa, separación, búsqueda de caminos distintos y el invalorable testimonio de Ricardo. Porque el metal no es un género, es un estilo de vida, y así se siente y se retrata en Relámpago en la oscuridad. La historia de V8 se cuenta junto con la historia en mayúscula: dictadura militar, vuelta a la democracia con Alfonsín, gobierno de Menem y cómo el metal fue reaccionando frente a todo eso. Como hermoso corolario, el recital aniversario de los 30 años del lanzamiento de Luchando por el metal, primer disco de V8. Porque ni V8 ni La H murieron.