Hay películas que uno no dimensiona en su primer visionado. Quizás por su entramado, por su dificultad, o simplemente porque no se tiene un buen día. Bueno, el día del estreno de Bastardos sin Gloria yo seguramente no tuve la mejor jornada interpretativa, de hecho no recuerdo haber tenido una peor. Bastardos sin Gloria es una película maravillosa, de lo mejor que tiene Quentin Tarantino en su basta filmografía y yo no la valoré como tal al momento de su estreno, aunque espero redimirme en este análisis.
Tarantino venía maltrecho luego de su rotundo fracaso con esa doble presentación llamada Grindhouse y necesitaba a un gran estudio detrás de ese ambicioso proyecto que nació durante el rodaje de Pulp Fiction y que llevaba en su cabeza más de 10 años dando vueltas. Esa idea era nada más y nada menos que realizar una película sobre la Segunda Guerra Mundial, más precisamente sobre un grupo de judíos que se dedicó a matar nazis para instalar en el ejército alemán el miedo a vivir el escarnio y las matanzas que ellos mismos propinaron. Obviamente que para llevar adelante semejante empresa Quentin necesitaría del apoyo de los hermanos Weinstein nuevamente y del poderoso estudio Universal para poder filmar al fin su versión de los hechos que ocurrieron en la segunda Gran Guerra. En realidad Tarantino no hace una revisión completa del conflicto, sino que se sitúa en un punto indeterminado con la guerra en pleno proceso y comienza a narrar dos historias en paralelo que resultan determinantes en la finalización (y qué finalización!) de la misma.
El comienzo de Bastardos sin Gloria: La presentación del “Malo“
Hemos repasado a lo largo de este especial a los “padres cinematográficos” de Tarantino y en esta ocasión encontraremos el aura del inolvidable Sergio Leone más presente que nunca en la filmografía de Tarantino debido a que el comienzo de Bastardos sin Gloria es similar en su composición, su desarrollo y su desenlace a la presentación del Malo (encarnado de manera majestuosa por Lee Van Cleef) en El Bueno, El Malo y El Feo, película que según Quentin es la mejor película de la historia del cine.
En Bastardos sin Gloria encontraremos como el famoso Col. Hans Landa llega a una casita en medio del campo francés con intenciones de encontrar a los Dreyfus, una familia judía que permanece escondida allí en manos de Perrier LaPadite y sus hijas. Ah, me olvidé de mencionar que toda la escena se encuentra musicalizada por el gran Ennio Morricone, habitual musicalizador de Leone. Al ingresar al hogar Landa toma el control del espacio por completo siempre con cortesía y mucho tacto, hace echar a las hijas, toma su leche, le cambia el idioma y lleva la conversación por los lugares que él desea, pero el detalle más escandalosamente sutil y significativo es cuando LaPadite en un acto de valentía absoluta (estoy siendo irónico) pide permiso para fumar su pipa en su propia casa (!!!) para que luego de algunas palabras Landa saque una señora pipa, la madre de todas las pipas, demostrándole de manera cabal (y fálica también) que él sigue a cargo de la situación. Que él es el puto amo. El inteligente y salvaje desenlace con la justificación en el cambio de idioma y la actuación dentro de la actuación de Christoph Waltz, porque su rol interpreta y simula dentro de esa secuencia, hace que el comienzo de Bastardos sin Gloria sea uno de los más grandes de la historia del cine, incluso tan grande como la escena que inspiró a Tarantino dirigida por el maestro romano en el film protagonizado por Clint Eastwood.
La magia de Tarantino es combinar la estética de distintos autores y adecuarlas a sus ideas. En este comienzo encontramos muy presente al maestro Sergio Leone, encargado de reformular al western cuando el género de cowboys se encontraba maltrecho y carente de ideas. Pero también guarda un lugar especial para el padre del western, John Ford, homenajeándolo con uno de los planos finales del cierre del primer capítulo al mítico y clásico plano protagonizado por John Wayne en Más Corazón que Odio. Este comienzo es la esencia del cine de Tarantino, donde queda demostrado una vez más que pueden convivir de manera fluida, encantadora y natural uno de los cineastas más cinéfilos y modernos de la historia como Leone y uno de los padres del clasicismo cinematográfico como lo fue Ford.
Transgrediendo al cine bélico y a la historia
Bastardos sin Gloria es narrada en dos historias paralelas que no se tocan en ningún momento, separadas entre sí por los clásicos capítulos que poseen las obras del realizador de Perros de la Calle. La primera historia es la de Shosanna y la segunda la de los Bastardos comandados por Aldo Raine. Siguiendo con su línea transgresora Tarantino lleva adelante una película bélica casi sin tiroteos, sin barricadas, sin trincheras, sin combates cuerpo a cuerpo, sin treguas o sin banderas blancas. Más allá de los gustos no se puede negar en Quentin la intención de siempre dar una vuelta de tuerca a sus películas, lo que las hacen tremendamente originales.
En Bastardos sin Gloria se habla en inglés de Gran Bretaña y Estados Unidos, alemán, francés e italiano con actores oriundos de esas nacionalidades. Con esto Quentin logra generar una credibilidad mayúscula y de alguna manera también va en contra de la corriente del cine bélico donde la mayoría de las películas provenientes de ese género son habladas en un solo idioma. También en su falta de grandilocuencia, su guión carente de frases tranquilizadoras, la poca solemnidad y su tremenda incorrección política que encontramos en Bastardos sin Gloria terminan por forjar un ejemplar que se aleja por completo de las clásicas películas bélicas sobre la Segunda Guerra Mundial que tienen como moneda corriente todos o la mayoría de los tópicos que deliberadamente el director de Death Proof esquiva.
Tarantino es tan consiente de su transgresión que incluso lleva su incorrección aún más lejos al cambiar los “hechos reales” que indica la historia y matando a todos los nazis (incluyendo a Hitler) en una sala de cine. O sea él creía que Hitler debía morir recontra tiroteado y así lo hizo, poniendo “el poder del cine” en modificar los hechos por encima de “el poder de la historia” de narrarlos tal cuál ocurrieron y la elección del escenario para perpetuar tamaña rescritura de la historia no hace más que reafirmar esa brillante idea.
Los bastardos sin gloria
Ya hemos repasado con anterioridad la habilidad de Quentin Tarantino de elevar las caracterizaciones de sus actores, encumbrando su calidad a límites nunca vistos. Si bien Bastardos sin Gloria no tiene un protagonista absoluto, los tres personajes principales (Aldo Raine, Hans Landa y Shosanna Dreyfus, llevados adelante por Brad Pitt, Christoph Waltz y Mélanie Laurent respectivamente) y varios integrantes del notable elenco secundario (Eli Roth, Daniel Brühl, Til Schweiger, la bellísima Diane Kruger o el ascendente Michael Fassbender) poseen secuencias que enaltecen su presencia en la pantalla. El discruso de Raine (brillantemente encarnado por Pitt), la mencionada apertura de Landa, la corrida en pleno llanto o la muerte de Shosanna, el largo juego y posterior tiroteo en el bar con Lt. Archie Hicox y Bridget von Hammersmark como principales ejes, toda la genial secuencia del batazo en la capocha del nazi a cargo de Sgt. Donny Donowitz, la maratónica batalla real y la posterior película protagonizada por Fredrick Zoller o la presentación de Sgt. Hugo Stiglitz con la voz en off de Samuel L. Jackson son algunos de los ejemplos del cariño y el desarrollo que Tarantino le imprime a sus personajes. Lo mejor es que los pone en un contexto funcional a la historia, no los tira en secuencias aisladas que luego no tienen peso en su narración y eso es lo que lo hace diferente al resto de los realizadores.
Más allá de no tener un protagonista definido Tarantino consigue en Hans Landa su personaje más logrado, complejo e interesante, quizás incluso, de toda su basta filmografía. Al momento de su estreno hubo críticos que osaron tratar a Bastardos sin Gloria como una película pro nazi por el tratamiento que recibió en la cinta el personaje interpretado por Christoph Waltz. Todos los alemanes/nazis que son desarrollados en el film son mostrados como seres unidimensionales, carentes de inteligencia y obtusos detrás de la maldad, excepto Landa. Pero Landa no es un nazi común y corriente, sabe fluidamente varios idiomas a contraposición del ejercito del Tercer Reich que apenas sabe inglés, y en un diálogo de la escena de apertura él mismo deja en claro la diferencia de su inteligencia con la de los alemanes. Incluso no hay que dejar de mencionar que Landa es un mercenario contratado para atrapar judíos, hace eso por plata, no por convicción. Este es el personaje más apasionante del universo que propone Tarantino con Bastardos sin Gloria y tamaña fue su recepción que Waltz aún no ha logrado llevar adelante otro rol que siquiera se acerque a la leyenda del grandioso Coronel Hans Landa.
Para cerrar creo que Quentin Tarantino supo que con Bastardos sin Gloria tenía una gran película, a tal punto que la provocadora frase final a cargo de Aldo Raine ”creo que ésta debe ser mi obra maestra” lo deja totalmente claro. Tenías toda la razón Quentin, jugaste a la guerra como nadie sabe y supo hacerlo y nos regalaste una gigante obra maestra que en su momento no supe valorar en su verdadera dimensión. Mis más sinceras disculpas por tal sacrilegio y falta de criterio de mi parte.
Con esta nota doy por finalizado el especial que transitó la filmografía de Quentin Tarantino. Esperamos que con Django Unchained siga por la senda del camino que supimos recorrer a lo largo de este dilatado análisis sobre todos los largometrajes de este superlativo director.