Aviso: En el siguiente texto se revelan datos importantes de las tramas de Rogue One: Una Historia de Star Wars y Star Wars VII: El Despertar de la Fuerza.
Ya es sabido que Disney tiene en su poder actualmente las productoras más relevantes (en taquilla) del mercado. Esas empresas que realmente mueven la aguja a la hora de los estrenos son parte de la compañía del ratoncito. Entonces, siendo la segunda compañía de medios de comunicación del mundo, siempre es buen momento para pensar de qué forma nos piensa Disney y que producción simbólica entrega en consecuencia, sobre todo entendiendo que pareciera se dirigen a un público global, ya no segmentado por distinción de nación, estrato social, sexualidad, etc.
Dos de las apuestas más grandes de la compañía en el terreno cinematográfico fueron la compra de las franquicias de Marvel Studios y Star Wars. El trabajo que se está realizando con la saga iniciada por George Lucas cumple dos requisitos interesantes para el análisis: es una de las franquicias (y marca) más grandes de la historia del cine y propone una visión ayornada de una historia concebida durante los 70´s para el publico contemporáneo. Como toda adaptación entonces, tiene la capacidad de revelar con claridad las diferencias principales entre la producción simbólica realizada para el publico de Estados Unidos hacia fines de los 70´s y el publico global de la actualidad.
Pensar que la compañía está expandiendo el universo de Star Wars es un error, ya que con cada nueva entrega se hace cada vez más nítido que está reformulándolo. Esta reforma está relacionada directamente a la producción de sentido. Teniendo la capacidad para realizar una película como toria de Star Wars" href="http://funcionagotada.com.ar/en-cartelera/rogue-one-una-historia-de-star-wars/">Rogue One, cuyo guión encastra con tanta armonía en la línea del film de 1977, se decide usar esa ventaja argumental para reformular algunos de los conceptos políticos, filosóficos y religiosos plasmados en la trilogía original.
Así como la Fuerza tiene su lado oscuro, también lo tiene el accionar rebelde en su lucha contra el Imperio. Por supuesto Saw Gerrera, líder extremista de la rebelión, con sus problemas respiratorios y su traje de mantenimiento vital establece una simetría bastante obvia respecto a Darth Vader que en este punto representa la figura política más extrema del Imperio. Ambos personajes dada su inflexibilidad son mantenidos en los márgenes del conflicto político y luchan por tomar las riendas de sendos bandos. Este reverso político ya había sido instalado con la creación de la nueva República en Star Wars: El Despertar de la Fuerza dejando establecido que los rebeldes eran (sin saberlo) funcionales al poder. toria de Star Wars" href="http://funcionagotada.com.ar/en-cartelera/rogue-one-una-historia-de-star-wars/">Rogue One, en ese sentido sólo afianza lo ya establecido. Sin embargo, y a pesar de que se siga insistiendo en que Episodio VII es una copia de Episodio IV, ni el Imperio ni los rebeldes son o representan lo mismo que los de la franquicia original.
Mirando el panorama de manera superflua podría decirse que el lado rebelde representa cierta diversidad (etnias, estratos sociales, etc) y el Imperio básicamente los ideales arios de supremacía y conquista. Cabe detenerse en la aclaración que el término ario para la fantasía masturbatoria hitleriana describía una relación filogenética respecto a una raza antigua que habría marcado el inicio del Zoroastrismo (la religión más antigua vigente) y las religiones dhármicas. La influencia de estas religiones y sus ramificaciones (taoismo, budismo y yainismo) sirvieron a George Lucas para diseñar la religión Jedi que, en el momento en el cual transcurre toria de Star Wars" href="http://funcionagotada.com.ar/en-cartelera/rogue-one-una-historia-de-star-wars/">Rogue One, se encuentra proscripta, siendo enunciada únicamente por Darth Vader y Chirrut Inwe (interpretado por Donnie Yen). Sólo Vader e Inwe (representado como la figura del samurai ciego) parecen reconocer este pasado indoeuropeo.
La Fuerza, motor espiritual de los valores de la trilogía original, está convertida en toria de Star Wars" href="http://funcionagotada.com.ar/en-cartelera/rogue-one-una-historia-de-star-wars/">Rogue One en una vacía frase de cábala deportiva (este es el uso que le da Jyn Erso antes de la batalla). Sin embargo, este uso, ya había encontrado su antecedente en Star Wars: El Despertar de la Fuerza, primera con Disney a la cabeza, en donde es fácil darse cuenta como los objetos otrora sagrados como el sable laser son convertidos en moneda de cambio y víctimas de los más heréticos manoseos. De la misma forma, el entrenamiento tanto físico como espiritual que permite el uso de la Fuerza y que fuera una parte argumental central en la trilogía original fue convertido en poco menos que una practica New Age de minutos de duración en la cinta de J.J Abrams. Lo sagrado, elemento sobre el que se articularon los anteriores conflictos políticos y bélicos es entonces tachado, transformado en mistica fast food y en práctica hedonista al alejarse de lo colectivo. Sólo Darth Vader usa la Fuerza en toria de Star Wars" href="http://funcionagotada.com.ar/en-cartelera/rogue-one-una-historia-de-star-wars/">Rogue One y una de las veces que esto sucede deriva en una de las matanzas más violentas de toda la saga. Lo religioso como administración del conocimiento desprendido de este elemento se vuelve privativo y su uso práctico queda apoyado únicamente en su carácter inverso (perverso), justificando así la proscripción.
Mediante esta construcción se nos propone asistir al recorrido de un heroe sin la presencia de la hierofanía (manifestación de lo sagrado), parte fundamental del monomito y por ende, columna vertebral del universo Star Wars. Esta desarticulación, sin embargo, está subsanada por un movimiento de transferencia que reemplaza los que otrora fueran elementos sagrados por su valor en términos de fetichismo mercantil.
La figura de Luke en El Despertar de la Fuerza, por ejemplo, se fragmenta en guía espiritual e ídolo popular (Rey lo conoce a través de relatos orales). Al final de ese film, Rey le entrega el sable de luz del mismo modo que le entregarían uno de plástico a Mark Hamill en una convención para ser autografiado. Esta transformación de la producción simbólica en metal obedece a la lógica de explotación comercial que descubrieron las empresas en la figura del fanático justamente tras la explosión de Star Wars: Una Nueva Esperanza en 1977, pionera en venta global de merchandising y pilar de la denominada industria asociada. Después de todo, no olvidemos que los nerds del pasado son los directores y dueños de empresas del presente y a lo que asistimos cuando vamos hoy al cine a ver tanto estas películas como películas de superhéroes es la absorción y legitimación del sistema de lo que fueron los marginales fanzines con sus historias alternativas.
La decisión de Disney sobre si Luke acepta o no el sable que le entrega Rey va a configurar entonces una toma de partido expresa respecto a qué lugar le conviene más que el personaje tome en la nueva saga y por ende, la relación que se va a mantener respecto a la franquicia iniciada en los 70´s. Puntualmente, si la van a utilizar como bien de cambio o bien de uso. Por el momento podemos tomar la mirada vacía y nunca conectada con su interlocutor de la versión virtual de Peter Cushing en Rogue One como ejemplo cabal de esta relación.
Lo que queda claro hasta ahora analizando estas dos primeras producciones y relacionandolas incluso con las que la compañía realiza junto a Marvel Studios es que en Disney lo sacro está en veda.
